viernes, 17 de noviembre de 2006

Con perdón



Buenos días. Con perdón.
A vueltas con el fastidioso proceso de paz (por lo pesaditos que están todos los implicados, mareando la perdiz hasta el coma etílico y sin más resultados que la consecuente resaca), quiero reflexionar sobre el perdón. A colación de una frase que escuché el otro día a alguno de los protagonistas de este culebrón: "... el perdón resulta más sencillo para los que más han sufrido".
Tan cierto como que es muy fácil arreglar el problema. Tan solo perdonar. Ya vendrán luego los acuerdos, los pactos y los modismos, pero perdonar. A derechas y a izquierdas, a sanguinarios y desangrados, perdonar.
Si la gente solo quiere vivir en paz, basta perdonar y arremangarse para avanzar. No hace falta olvidar, eso es otra cuestión. Y no es ni fácil ni obligatorio. El dolor no se olvida, pero se mitiga.
A ver si convencemos a esos que enarbolan la política de que no hace falta que justifiquen sus puestos con una guerra que nadie quiere, que estamos hartos de malos y buenos. Que queremos que se acabe, ya. Que no se quiere más a tu país por defender a ultranza el rencor, aunque eso conlleve algunos votos de más. Tampoco debe ser el billete del viaje al país del YoAcabeConEta, "mira que guapo soy". Que esto no es Gran Hermano, que nos la trae floja el papel que quiera adoptar cada uno, que el patriota agravado, el progre aflojamanos y el pistolero sin pistolas nos tienen ya cansados de amenazas, concesiones y, sobre todo, bonitas fotos.
El querer ser vasco es tan lícito como sentirse guatemalteco, o alhaurino, o terrícola. Que de ahí a ser demonio van muchos tiros, que, por suerte, no todo el mundo dispara. Pero hay que perdonar para admitir y admitir para perdonar. Tan sencillo como eso.
Ya vendrá después la justicia a rendir cuentas (esa que absuelve a Farruquito por matar, aunque como no es etarra....; esa que fianza la salida de la Zaldívar con la imponente suma de 15 millones, un gran golpe para los 3.000 ó 4.000 que se ha "dispensao"...; esa que te embarga un piso por no pagar un mes de hipoteca...) si es que aún queda alguien que crea en ella. Tras perdonar.
Ya está bien de romper camisas (o de quemar autobuses) en nombre de AVTeses, HBeses y todos los eses que quieran. Que el perdón es tan íntimo como el amor. Y ninguna asociación, ni partido, ni banda armada, ni la madre que los parió debe decidir si quiero o no quiero perdonar.
Con perdón.

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