viernes, 1 de diciembre de 2006

Lo jodido de acostumbrarse


Buenos días:
Ahora que estamos invadidos de pánico al polonio, dejando a un lado a los demonios del proceso de paz y los diablos del frenesí consumista navideño, me doy cuenta de lo jodida que es la costumbre. Nadie ve ahora el sida como una amenaza real; es algo que se llevó por delante a unos pocos desgraciados, pero, tan lejana su puesta de largo, que se diría que es una enfermedad extinguida, como la viruela, o inofensiva como un catarro.
Y es que es más cómodo pensar en las desgracias del Cachuli, pobre, que plantearse el drama que supone a diario esa enfermedad para tanta gente. Gente que ya no supone un peligro social (los maricones y los enganchaos ya saben cuidarse, dirían algunos) y en cuanto a los fámelicos negritos, qué más da que mueran de sida que de hambre...
Pues eso, que el puñetero costumbrismo nos sirve de bálsamo olvidalotodo para aquello que no resuene a todas horas en teles, radios y similares. Y así nos luce el pelo.